RE-CREACIÓN

Este es un blog de ejercicios a cargo de la profesora Gloria Macedo.

14.8.06

Noches frías (crónica)

Por: Percy Liñán Palacios
Nunca imaginó que contribuir, sin querer, con la muerte de uno de los animales del ganado de su padre, lo traería a la ciudad de Lima. Tenía 16 años cuando se vio obligado a huir de un fuerte castigo por no haber retornado a casa con el pequeño cabrito. Es piurano de nacimiento, se llama Jorge Farfán. Labora como vigilante de la Urb. Benavides en Surco. A sus bien aprovechados cuarenta y dos años, sabe muy bien lo que significa trabajo, esfuerzo, confianza, recompensa y sobre todo respeto. “Adonde vayas siempre ten presente que el respeto es lo único que se necesita para ganarse a las personas”, dice, muy seguro de sí. Día a día recuerda sonriente sus inicios en Lima, la capital del trabajo, aún para muchos. Fue su hermano José quien le propuso venir a Lima como una opción ante la situación que atravesaba. José solo había ido a Piura de vacaciones para visitar a sus padres y hermanos, pues él ya tenía varios años laborando en un hotel limeño. Jorge aceptó casi sin pensarlo y de inmediato se instaló en la capital. Así empieza su historia en Lima. Todos los días se levantaba en busca del famoso “cachuelo”, pues de alguna manera debía costear sus gastos. Se ganó la confianza de Georgette, señora de ascendencia árabe, que le ofreció casa y trabajo a cambio de arreglar y limpiar algunas partes de su casa. Luego de un tiempo, y debido al crecimiento de esa confianza, la señora le ofreció trabajar en su empresa de confección. Y así, poco a poco, empezó a escalar. Conoció a varias familias de clase alta y ese entorno se volvió muy favorable para él, ya que en muchos casos llegó a ser considerado como un miembro más de la familia. “He trabajado en casas de famosos y gente de mucho dinero”, cuenta con cierto orgullo. Incluso tuvo a su cargo la administración de una panadería, propiedad de la señora Rosario y todo esto se lo ganó gracias a su dedicación. En este lugar pasó muy malos momentos, fue asaltado varias veces y amenazado con armas de fuego. Pero nada fue un impedimento para que él siguiera vigilando y fue, justamente, trabajando como conoció a la mujer que hoy es su esposa. Tras una relación de varios meses, Jorge y Nelly decidieron, finalmente, casarse e independizarse. Esto significó para él dejar de vivir en la casa de las personas que tanto lo apoyaron; no fue algo fácil de hacer, pero era lo mejor. Empezó a trabajar con su hermano en un conocido hotel limeño, además siguió laborando para las familias de vez en cuando. Con esta experiencia llegó al Hotel María Angola y al Sheraton. Siguió trabajando y ahorrando dinero. Un día Lucho, viejo amigo, le comentó que estaban a la venta unos terrenos en Villa María. Esto llamó su atención pero, lamentablemente, no contaba con la cantidad suficiente. Jorge no podía dejar pasar tremenda oportunidad de tener una casa propia. Esta preocupación se vio reflejada en su trabajo. La señora Rosario, no pudo evitar preguntarle qué le estaba pasando, Jorge le contó todo acerca del terreno. “Sigue trabajando tan bien como lo has hecho todos estos años, ya llegará la oportunidad que tanto esperas”, le dijo ella. Jamás se imaginó el gran gesto de cariño y aprecio que recibió reflejado en un sobre que contenía la cantidad suficiente para adquirir dicho terreno. Un acuerdo entre las cuatro familias, con las que él trabajó, bastó para reunir el dinero que necesitaba para comprarlo. Por razones ajenas a él, dejó de trabajar en el Hotel Sheraton y empezó nuevamente su búsqueda de empleo. Esta vez no solo pensando en su familia sino también en la construcción de su nueva casa. Un amigo le propuso laborar como vigilante, él aceptó y así lo hizo por un tiempo. Luego de algunos meses, tuvo un percance con ese amigo. Esto lo obligó a pensar en la posibilidad de renunciar. Pero antes de hacerlo, los vecinos de la Urb. Benavides le expresaron su desacuerdo y le pidieron que siga trabajando y fue así como llegó a formar un estrecho lazo con ellos. “Todos los vecinos firmaron una petición para que yo siguiera en el puesto. La verdad, es que jamás esperé un gesto como ese”, comenta con alegría. Jorge lleva ya dos años cuidando el sueño de la gente que le confía todos los días la seguridad de sus familias. Han pasado muchas cosas en este tiempo y por todo eso se ha ganado, nuevamente, el respeto de quienes los rodean. Siempre vigilante no sólo en la caseta que lo abriga del frío de estas noches de invierno, sino también en sus largas caminatas a través del parque. Tiene un saludo cordial y la disposición de ayudar a la gente que pone en sus manos lo más preciado que tienen, sus vidas. Diciendo hasta mañana y haciendo un gesto con la mano, Jorge se despide para continuar con su caminata nocturna fumando algunos cigarrillos que lo acompañarán durante la noche, escuchando música en su pequeña radio de bolsillo. Esperará para ver, otra vez, la luz de la mañana que lo acompañará para descansar en casa junto a su familia, para así empezar un día más.

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