“Un misterio sin resolver” (cuento)
Manuel Vidal Samaniego
Hace mucho, mucho, pero mucho tiempo, una familia compró una casa en la que había ocurrido una extraña muerte. La vida de esta familia era muy tranquila, hasta que se mudaron a esta casa. La vivienda tenía una sala, comedor, cocina, cuatro cuartos y constaba de un segundo piso en el cual se escuchaban sonidos, pasos y voces.
Esta familia tenía una hija, la cual decía a sus padres que había una persona que la molestaba. Pero sus padres se extrañaron de ello, porque en esa casa solo los tres. Los padres le preguntaron a su hija qué aspecto tenía aquella persona. Ella decía que era de apariencia delgada; de estatura alta; cabello rizado, medio gris; con una cara que expresaba enojo y unos ojos que reflejaban tristeza. Los padres asombrados con esa cruda descripción, se quedaron totalmente helados y no se les cruzó nada por la mente. Esa descripción los paralizó.
Desde aquel momento, empezaron a ocurrir una serie de sucesos extraños, las luces se prendían por sí solas, las cosas que se dejaban en un sitio aparecían en otro, y cada vez más se escuchaban ruidos en el cuarto del segundo piso. Ese era un cuarto que tenía la puerta trancada. El padre nunca la había abierto, por temor, flojera o simplemente no le importaba, nunca lo supo. Estaba apunto de abrir la puerta, cuando de pronto una voz fuerte y grave dijo “¡no, no abras la puerta!” y el señor volteó la cabeza y vio a su hija y atrás de ella una persona alta, delgada y de cabello gris, con una cara de gran enojo.
El señor totalmente asustado se quedó paralizado y luego la imagen de esa persona desapareció. Él se había desmayado por la impresión que fue tan fuerte. Al despertar lo único que quería era vender o regalar aquella casa. Sin embargo, antes de irse, sintió unas fuertes ganas de investigar lo que en realidad pasaba en su casa. Aunque, no sabía qué era lo que lo motivaba a averiguar qué fue lo que pasó en realidad.
Pensó llamar a un cazafantasmas pero le resultó una idea estúpida para él. Sin embargo buscó en el periódico, no lo encontró, pero halló una agencia que se encargaba de resolver todo tipo de casos paranormales. El señor llamó a aquella agencia y contestó una persona a la cual le dio la dirección de la casa para que fuera a ver qué era lo que ocurría ahí.
El nombre de esta persona era Jonás Normalpara. La familia se sintió un poco aliviada. Debido al gran suceso de cosas extrañas que pasaban en aquella casa, Jonás llevó todo su equipo para investigar bien qué era lo que ocurría y tuvo que quedarse a vivir con esta familia durante cierto tiempo.
Lo primero que hizo fue interrogar a la niña, quien presenciaba a esta supuesta persona. La niña era una pequeña de nueve años de edad y de nombre María. Jonás se preguntaba cómo una niña de nueve años puede darme una descripción tan fría de aquella persona.
La niña llevó a Jonás al cuarto del segundo piso, aquel cuarto que nadie había abierto. Fue con el padre. En el momento en el que abrieron la puerta salió una especie de aire frío que produjo una sensación tenebrosa. El cuarto estaba vacío y solo había una soga colgada en la parte de arriba del ventilador.
Jonás sacó la rápida conclusión de que esto significaba un suicidio. Estaban todos presentes en ese cuarto, el padre, la madre, y la hija. Había un sobre en una mesa que estaba en la esquina del cuarto. En ese sobre decía “Para mi familia” y cuando Jonás se disponía a abrir la carta toda la casa empezó a temblar, las ventanas se rompían, se caían los cuadros y las cosas volaban por cualquier lado.
En ese momento se apareció la imagen de aquella persona que la niña describió y le empezó a decir a Jonás: “¡Esa carta estaba dirigida solo a los miembros de mi familia, pero como nunca les importé, seguro que no la abrieron. Ellos nunca me quisieron, siempre se avergonzaron de mí y siempre me negaron!”.
Jonás trató de dialogar con aquella aparición y lo único que pudo preguntarle fue su nombre y la aparición le dijo que su nombre era Jeremy Smith.
La imagen de esta persona desapareció y Jonás salió de aquella casa, porque todo terminó derrumbado. Observó la casa hecha ruinas y le dijo a la familia que nunca había tenido un trabajo así. Al menos con ese final: una casa hecha ruinas. Mientas seguía de espaldas mirando la casa destruida se dirigió a la familia:
—¡Qué tremendo trabajo!, a propósito ¿Cuál es su apellido?
Y ellos contestaron:
—Somos la familia Smith.
Jonás se sorprendió, volteó y no había nadie detrás de él, lo cual lo dejó completamente helado.
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