RE-CREACIÓN

Este es un blog de ejercicios a cargo de la profesora Gloria Macedo.

28.5.06

“Lluvia” (cuento)

Luis Fernando Ramírez

Eran las 2:50 de la tarde y Miguel estaba en el jardín. Avanzó por el borde hasta llegar a la puerta trasera. Al entrar, sus zapatillas rechinaban en el suelo y el barro marcaba su paso. Samanta se encontraba escondida en el armario asustada, no tenía idea de qué le había pasado a Miguel, estaba como loco, rabioso y con sed de sangre.
Eran las 2:00 de la tarde, Miguel estaba por llegar y Samanta lo esperaba lista como siempre. Iban a ver una película y tal vez algo pasaría más. Los padres de Samanta estaban de viaje, era la ocasión perfecta.
2:13 de la tarde y Miguel no llegaba. Samanta empezaba a impacientarse. Sonó el timbre y Miguel llegó con un ramo de rosas, estas fueron el motivo de la demora. Samanta lo hizo pasar a la sala, pero Miguel recordó que había dejado los preservativos en el auto (él sabía que esa tarde no era solo de películas).
2:20 de la tarde y empezó a nublarse. Miguel estaba metido de cabeza dentro del auto, pero no encontraba nada. De pronto el ruido que producían las gotas de lluvia sobre el techo del auto llamó su atención. Solo sintió el golpe en la cabeza, tan fuerte como para hacer brotar sangre, sangre que corrió por su frente.
2:40 de la tarde, Miguel corría como loco tras ese maldito, empapado por la lluvia, enrojecido con su propia sangre y hambriento por la de aquel hombre.
2:20 de la tarde. Miguel estaba afuera en el auto y Samanta conectó rápidamente el televisor. Escuchó el sonido de unas canicas en el patio: estaba lloviendo. Regresó a la sala y al mirar por la ventana vio a Miguel abalanzarse sobre un hombre. Estaba empapado y tenía sangre en el rostro. El otro hombre tenía unos cincuenta años y estaba vestido de blanco, lleno de barro. Era de la contextura del padre de Samanta, pero con más cabello. Salieron uno detrás del otro, corriendo por la calle.
Samanta asustada cogió el teléfono y llamó a la comisaría. El oficial le dijo que espere en su casa con las puertas cerradas a que ellos solucionaran el problema. Cerró todas las puertas, menos la puerta trasera que siempre quedaba abierta, por si acaso.
2:55 de la tarde. Todo estaba bañado en sangre y Miguel sobre el cuerpo de Samanta golpeándola una y otra vez con una piedra. Estaba muerta y Miguel fuera de sí, con ganas de seguir matando.
2:50 de la tarde. El oficial Sánchez encontró el cuerpo de un hombre de unos cincuenta años tirado sobre la vereda, aparentemente muerto, lo veía desde la patrulla pero no se atrevía a bajar, algo le decía que el asesino estaba cerca. No le fue difícil encontrar la casa de Samanta, estaba a tan solo una cuadra del lugar donde encontró el cuerpo de aquel sujeto.
2:55 de la tarde. Un grito había remecido al oficial, no se atrevía a bajar de la patrulla, era su segundo día con ese cargo y este tipo de cosas jamás habían ocurrido en los entrenamientos.
3:10 de la tarde. Sánchez se encontraba parado en medio de la sala, empapado, empuñando su arma, la cual todavía estaba caliente. No entendía el porqué del disparo, ni el porqué del ataque, solo sabía que el matar era una necesidad, una necesidad causada por aquella lluvia, aquella lluvia que cayó esa tarde de octubre que jamás olvidaré.

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